domingo, 9 de octubre de 2011

Escritura Dramática- Tema 2A-Teoría: La imaginación y el texto teatral.

TEMA 2A: La imaginación y el texto teatral.
El escritor necesita encontrar una técnica que le permita relacionarse con el complejo universo de las ideas de donde proceden esos personajes, para estimular su salida, y activar la voz que les trae hasta nosotros, ya que no es posible posponer indefinidamente el encuentro con la página en blanco. Hay que luchar contra la mente que se bloquea y de la que no sa­le nada, y conocer los resortes ocultos de los procesos imaginarios.
El romanticismo impregnó el trabajo artístico de un lenguaje esotérico, y de la creencia de que los artistas son un «grupo elegido por los dioses» para expresar por medio de su voz las voces de los personajes que proce­den del universo de ficción. El «brujo» esconde los resortes mágicos que le hacen ser único en la tribu, y por tanto excepcional. Lo mismo le pasaría al creador según esa corriente estética. En la actualidad, se considera que el trabajo artístico no es incognoscible, milagroso, o excepcional. En esta lu­cha constante por robarle terreno a la magia hay un largo camino recorrido por la humanidad, desde la Poética de Aristóteles hasta programas de or­denador (Collaborator II, Storyline, Plots Unlimited...) desarrollados en Es­tados Unidos para ayudar a los escritores a imaginar ideas y crear historias.

La competencia para hallar ideas depende de nuestra capacidad para estimular nuestra percepción y fomentar el acceso a la imaginación. Deja­mos fuera drogas, alcohol, crisis de anormalidad mental (como procesos esquizofrénicos, experiencias místicas, etc.), y otras vías generalmente des­tructivas para la salud, sobre todo porque no generan sino espejismos esoté­ricos (como la música maravillosa que oímos en sueños y que sólo es una ilusión). Se trata, pues, de lograr un acercamiento racional que nos permi­ta entrar en contacto con esa región de nuestro interior donde se encuen­tran la inspiración, el talento y nuestros impulsos originales creadores.

PERCEPCIÓN, IMAGINACIÓN Y MEMORIA

La percepción y la imaginación están siempre presentes en los actos creativos. La percepción, o mirada inteligente, descubre perfiles nuevos a una realidad determinada; es la capacidad del escritor de captar contradicciones y dimensiones ocultas en nuestro entorno para, posteriormente, convertir todo ese «material» en obra teatral (por ejemplo, Henrik Ibsen refleja en Casa de muñecas la condición de la mujer que «capta» en su sociedad). La imaginación, por su parte, nos permite una interpretación singular y nue­va de nuestro contacto con la existencia, a través de un criterio personal e íntimo (como hace Kafka en La metamorfosis).
Cada una de estas variables puede darse en distinto grado (en función de la personalidad del creador), pues mientras la percepción está ligada a personas con un estilo cognitivo asociativo y racional (una mirada sobre el mundo), la imaginación es una cualidad de las personas con un estilo cog­nitivo inductivo e introspectivo (una mirada hacia el interior de uno mis­mo). Percepción (de una parte escondida de la realidad), e imaginación
(transformación de una realidad en otra diferente) son partes importantes en el nacimiento de una idea. A ellas añadiremos la memoria como una tercera variable que interviene, en mayor o en menor medida, en los pro­cesos creativos, por ser una parte esencial de nuestra mente. «Las cosas no son como las vemos, sino como las recordamos», decía Valle-Inclán. Per­cepción, imaginación y memoria forman un entramado semejante al de
«tesis, antítesis y síntesis» en la evolución de una idea, y su disección en partes autónomas responde solamente a una cirugía pedagógica, ya que, en la vida real, intercambian a veces sus atributos hasta confundirse.
Por otro lado, las ideas se manifiestan solo cuando se tiene un intenso deseo de que aparezcan. Es preciso, pues, esfuerzo, paciencia, y una con­tinua perseverancia llevada a veces al borde de la locura, con una capaci­dad para mantener ese entusiasmo durante un largo período de tiempo, soportando la angustia que esta búsqueda genera. Cuando a Edgar A1lan Poe le preguntaban de dónde sacaba las ideas sorprendentes de sus escri­tos, él contestaba: «Pensando todo el tiempo en ellas».