lunes, 3 de octubre de 2011

ESCRITURA DRAMÁTICA-TEMA I-EJERCICIO A

ANÁLISIS DE LOS SIGNOS, FUNCIONES Y RASGOS DEL SIGUIENTE TEXTO DRAMÁTICO

ASPIRINA PARA DOS
WOODY ALLEN

ACTO SEGUNDO

Dos semanas después. Al levantarse el telón, aparece ALLAN en el sofá. El tiempo transcurrido no ha servido, precisamente, para levantarle la moral. Busca muy nervioso, en un viejo cuaderno de teléfonos: el teléfono se encuentra ahora en una mesita auxiliar.
         ALLAN.-Mildred Denberg... apenas la recuerdo. Marión Drayson se sentaba a mi lado en la clase de Terapia de Grupo... Era muy extraña y fea, no me interesa... Tobby Kovack... ¡Esta sí! Era un torbellino... ¡Y con unas piernas!... Sus fiestas y sus piernas eran famosas en toda la Universidad. (Marca.) ¿Oiga? Tobby Kovack, por favor...? ¿No?... ¿Cómo podría ponerme en contacto con ella?.. Ah, ¿está allí?.. Bien, no importa... Olvídelo... Gracias. (Cuelga.) ¡Que la llame a casa del rabino Jacob, es su marido! ¡No doy una!
(Vuelve a buscar en el libro.)
Marilyn Perrin... ¡Miss Hamburguesa 1969! (Marca.) ¿Oiga, es casa de la señorita Marilyn Perrin? Sí... ¿está en casa? ¡Ah, es usted su madre!... Mucho gusto, señora... (Se levanta y ca­mina mientras habla.) ¿Sabe dónde puedo localizarla? Soy un antiguo compañero de Facultad... Allan Fix. Salí con ella una vez. ¿Lo recuerda? ¡Me deja atónito! ¡Hace ya once años!... Sí... exacto... bajito... más bien flacucho... con gafas... no, espinillas ya no tengo... ¿Dónde puedo localizarla?... ¿De verdad?... Si ella lo quiere así... Pero, hace once años ¿sabe?... ¿Cuándo habló con ella la última vez?... ¿La semana pasada? ¿Y le especificó que si llamaba yo no me diese el teléfono...? En fin, gracias de todas formas, señora Perrin... No, no tiene importancia. Procuraré crecer. Adiós.
(Cuelga y pone el teléfono sobre el banco)
No sé cuánto tiempo más podré soportar esta situación. Echo de menos el estar casado. Las dos últimas semanas han sido terribles... Y eso que la pobre Linda no deja de presentarme amigas como si fueran" churros... Pero con todas fallo en algo La primera, Susan, la fotógrafo. Metí la pata hasta el fondo... Pensó que era drogadicto e imbécil. Luego, fue Gina.
(Cambio de luces. Aparece GINA, arriba, centro derecha. ALLAN se le acerca y juntos van hacia la barandilla, al fondo del escenario).

GINA.- Buenas noches, Allan.
           (ALLAN se acerca a abrazarla.) 
¡No!
ALLAN.-¿Por qué no?
GINA.-¡Soy católica!                            
ALLAN.-Yo también.                          
GINA.-Además, hoy no he tomado la, píldora...
(Sale por el dormitorio y cierra la puerta de un portazo)
ALLAN.-No tiene importancia... ¡Yo he tomado dos...!
(Las luces vuelven a la normalidad.)
Con esta no sé en qué fallé... Empezó a tratarme fríamente desde el mismo instante en que aparecí, en su puerta, con libro rojo de Mao... ¿Y, con Vanessa?... Fue la semana pasada.. . Yo confiaba en que en esa ocasión me acompañaría la suerte. . .
(Cambio de luces, iluminación tenue, ambiente román­tico. VANESSA, vestida de manera muy exótica, entra por arriba a la izquierda un tanto provocativa. Va al sofá y se reclina. Suave música de fondo. ALLAN se le une.)
VANESSA.-He estado con muchos hombres... el primero a los doce años... Desde entonces no he parado. Por mi cama pasaron poetas, escritores, políticos, jugadores de baloncesto, policías, cocineros... ¡Un brillante desfile de Carnaval! Recuerdo que una, vez viví en casa con cinco actores. Alguno era homosexual, pero, ¡yo lo metí en vereda! ¡Para fue como un reto! Mi vida ha sido una orgía continua. ¡En tres horas terminé con el Parque de Bomberos de Harlem! En Nueva York, nadie ha podido igualar mi récord. Para mí, el sexo siempre ha sido
algo maravilloso y libre, y por supuesto, algo que hay que usar y disfrutar al máximo y con la mayor frecuencia posible.
(ALLAN, que ha ido excitándose y conteniéndose al mismo tiempo, levantándose poco a poco, no puede resistir
más y se lanza sobre ella. VANESSA da un grito y se pone
de pie de  un salto.)
¡ ¡ ¡Ayyyy!!! ¿Por quién me tomas?
(Sale corriendo por donde entró y las luces vuelven a
funcionar normalmente.)
ALLAN.-¿Por quién la iba a tomar después de lo que me dijo? Esta vez estaba seguro de no fallar, pero... ¿Qué voy a hacer? Ya he conocido prácticamente a todas las amigas de Linda... Voy a tener que recurrir a medidas extremas para conocer más mujeres... Puedo colgarme del último piso del Empire State, ponerme en pelota viva en la Quinta Avenida... No, yo soy muy tímido para hacer esas cosas solo. Quizás Linda pueda acompañarme si Dick tiene mucho trabajo... Los dos se han portado muy bien conmigo. Ya no saben qué hacer para que encuentre una mujer... A Linda parece gustarle el papel... Estoy seguro de que la noche de la discoteca lo pasó en grande.
(Se sienta en la esquina del banco.)
(Luces tenues. DICK y LINDA se unen a ALLAN, apareciendo desde el fondo derecha y se sientan en el banco a su lado. En la plataforma, detrás de ellos, una rubia muy llamativa baila y se contorsiona como loca. La música suena muy alta.)
L1NDA.-¡Esto es divertidísimol Hace tanto tiempo que no pisá­     bamos una discoteca...
ALLAN.-Me va a dar un ataque al corazón sólo de verla... La chica es increíble...
DICK.-(Al teléfono.) Estoy en el 436-05...
ALLAN.-¡Es una maravilla:..! Sería capaz de venderles mi madre a los árabes por ella!
LINDA.-No será necesario... Bastará con que la saques a bailar...
ALLAN.-No puedo... no la conozco de nada...
DICK.-(Cuelga el teléfono y se dirige hacia ellos.)
¡Vámonos! No puedo seguir aquí más tiempo. Mañana por
la mañana tengo que madrugar y poner una demanda a unos amigos.
LINDA.--(A DICK.) ¿Bailamos una sola vez, cariño?
DICK.-No podemos bailar. Los bailes de ahora son ordinarios y muy movidos... Eso está bien para quienes tienen dieciocho años, no para nosotros. De todas maneras, si vosotros dos queréis quedaras, podéis hacerla… ¡que os divirtáis! (Hace mutis por la cocina.)
ALLAN.-(Mirando a la go-go.) Te quiero, mi vida... No sé cómo te llamas, pero me gustaría tener un hijo tuyo...
             (La música va bajando de tono y cada vez es más
lenta.)
 LINDA.-Levántate y baila con ella...
ALLAN.-No sé bailar... ¿me has visto alguna vez mover el esqueleto? Soy una apisonadora...
LINDA.--(Tirando de él hacia la plataforma.}
Vamos...
ALLAN.-Tengo miedo... Por favor, no... no...
LINDA.-Empieza a moverte... Así... Lleva el ritmo... Uno... Dos…
Uno... Dos... Ahora, acércate y habla con ella.
ALLAN.-Uno... dos... Uno... dos...
LINDA.-Intenta decirle algo más cariñoso.
ALLAN.-Tres... Cuatro... Tres... Cuatro...
LINDA.-¡No! Vamos...
ALLAN.-O... Oiga, buenas noches, señorita... ¿Le apetece bailar?
CHICA.-¡Claro!
(La música cambia violentamente a un rock y la chica vuelve a contorsionarse como loca. Haciendo un esfuerzo
desesperado para no perder la ocasión. ALLAN intenta seguir el ritmo, pero más bien parece bailar flamenco.
LINDA hace mutis por el fondo. Por la derecha, al principio de esta escena, la chica, mientras baila, va colocándose en la parte delantera central del escenario y al fijarse en ALLAN empieza a reírse a carcajadas y retrocede poco a poco hasta desaparecer por la derecha. Las luces vuelven a la normalidad y la música termina.)
ALLAN.- Yo necesito una chica más intelectual. En ese campo es      donde puedo lucirme. Por eso, el lunes pasado, por la tarde, me pareció una excelente idea ir al Museo de Arte Moderno.
(Luces tenues. Queda una zona delantera de la escena iluminada. LINDA aparece desde la derecha, vestida con un impermeable.' ALLAN se le une.)
LlNDA.-Hummm, mira, un Dalí... Si te dieran a elegir un cuadro, ¿con cuál te quedarías?
ALLAN.-Con un Van Gogh. Cualquier Van Gobh.
LINDA.- Yo también. Siento una especie de misteriosa atracción   por la pintura de Van Gogh... ¿Por qué será?
ALLAN.-Lo único que puedo decirte es que es un gran pintor.       Un magnífico pintor que se cortó una oreja por la mujer que quería…
LINDA.-Eso es lo que tú tienes que hacer para conquistar a una    mujer.
ALLAN.-Sí... (Vergonzoso.) Pero tendría que gustarme mucho la chica…
LINDA.-Me pregunto si Dick se dejaría corta una oreja por mí...
ALLAN.-Será mejor que no se lo preguntes. Últimamente anda muy ocupado.         ..
LINDA.-Tiene que ser fantástico que te quieran tan apasionadamente.
ALLAN.-¿Por qué no damos una vuelta por la Sala Picasso a ver si está más animada?
(Por el fondo izquierda, aparece una rubia con vaqueros cortos y una camisa anudada sobre el ombligo. lleva zapatos bajos y un bolso colgado al hombro.)
 LINDA.-Ahí va una...
ALLAN.-Sí…
LINDA-Acércate... dile algo...
ALLAN.-Me detendrán...
LINDA.-Decídete antes de que se llene la sala de gente y te dé vergüenza.
ALLAN.--(A la chica.) Es... es un Picasso fantástico, ¿verdad?
CHICA.-Sí, lo es.
ALLAN.-¿Qué te dice el cuadro?
(LINDA se sienta en la silla giratoria y mira al público.)
CHICA.-Retrata la parte negativa del Universo... lo más oculto... el terrible vacío de la existencia... la nada... la maldad del hombre condenado a vivir en un agujero... la eternidad sin fin... es como una débil llama oscilando en un vacío inmen­so... la desesperación, el horror, la degradación... una horrible camisa de fuerza en el más absurdo de los cosmos...
ALLAN.-¿Tienes algo que hacer el sábado por la noche?
CHICA.-(Haciendo mutis.) Suicidarme.
ALLAN.-¿Y el viernes por la noche? (Transición.) Las mujeres intelectuales son una extraña mezcla de seso y sexo. Lo difícil es encontrar una que esté bien dosificada... Linda lo está. Es tan agradable salir con ella. Como aquel día de la semana pasada en Central Park... Ella fue tan dulce, tan amable, se esforzó tanto en ayudarme... (Se sienta en un puf, en el centro de la escena y hace gesto de remar. En OFF, se oye el ruido adecuado. LINDA, que ha permanecido en la silla giratoria, se vuelve y queda frente a ALLAN.)
   LINDA.-¿No lo entiendes, Allan? Tienes muchas cosas en tu favor. Eres joven, divertido e incluso romántico, pero tienes que convencerte tú mismo de que lo eres. Cuando te presentan a una chica adoptas una actitud falsa...
ALLAN.-Contigo es distinto. Tú eres la mujer de mi amigo. No trato de impresionarte...
LINDA.-Te lo repetiré siempre. Sé tú mismo y las mujeres se enamorarán de ti.
ALLAN.-Ha sido muy amable por tu parte, dedicarme práctica­mente toda la semana...
          (DeJa de remar y saca un papel pequeño del bolsillo
donde lleva envuelto algo.)             
LINDA.-Te diré la verdad. Yo también me he divertido mucho.
ALLAN.-Toma, quiero que aceptes esto como regalo de cumple­años.
ALLAN.-¿Cómo sabes que es mi cumpleaños?
ALLAN.-Lo mencionaste en una ocasión y se me quedó grabada la fecha porque ese mismo día me quitaron el apéndice.
LINDA.-(Se arrodilla junto al puf donde está sentado ALLAN.) ¡Es preciosa! Una mofeta de plástico... ¡Qué bonita!
ALLAN.-Te he oído decir que las mofetas son tus animales preferidos. No está viva..., pero lo parece.
LINDA.-¡Estoy tan emocionada que... no sé que... decir...!
          (Vuelve a sentarse en la silla giratoria. Se vuelve hacia
el público y luego se levanta para hacer mutis por el centro derecha. ALLAN vuelve a remar y a los pocos segundos, mientras las luces se hacen más intensas, se        encuentra de nuevo en el living de su casa.