lunes, 12 de diciembre de 2011

Escritura Dramática- Tema 2C-Teoría: Los sentimientos y las emociones

SENTIMIENTOS Y EMOCIONES COMO RESORTES CREATIVOS
Sentimientos: estados afectivos originados a partir de ideas y valores culturales, que suelen ser de larga duración y de media o baja inten­sidad.
Emociones: estados de conciencia agradables o penosos, de breve duración, alta intensidad, acompañados de modificaciones físicas evidentes, y que no se regulan voluntariamente.

La personalidad creativa de tipo más subjetivo parte del terreno afecti­vo e íntimo para explicar el mundo. Sus mecanismos creadores se ponen en marcha a partir de su emocionada mirada personal. Eduardo de Filip­po, el gran autor de teatro popular italiano, dice que a la hora de escribir todo se inicia con un estímulo emotivo: "reacción ante una injusticia, des­precio hacia la hipocresía mía o de otros, solidaridad hacia una persona o grupo, rebeldía frente a las leyes superadas o anacrónicas, temor ante la idea de una guerra...»
Anton Chéjov es otro de los autores que escribe desde las estimulacio­nes emotivas, y desde allí trata de penetrar y descubrir los sentimientos ocultos que aprisionan a sus personajes. Detrás de una apariencia de coti­dianidad en la que apenas pasa nada, el mundo interior de los personajes chejovianos es una tormenta que, aunque imperceptible, está siempre a punto de estallar. Es comprensible que Stanislavski, tan interesado en las vivencias emocionales, se inclinara por sus obras y las utilizara para llevar a la práctica su método de enseñanza para los actores, basado en el aflorar de las emociones orgánicas de los mismos. La escritura es, así, para este ti­po de autores, el lugar donde lo latente del interior del hombre se va a ma­nifestar en el transcurso de la acción.
Por el contrario, existe otro modelo de personalidad creativa más ob­jetiva y racional, que trata de canalizar la imaginación y percepción del mundo por medio de los procesos intelectuales. Lo que es necesario ex­presar, para este tipo de escritores, es la realidad vista con la mirada de la objetividad. Henrik Ibsen construye, así, sus argumentos y sus persona­jes desde lo real, en la relación individuo-sociedad. Algunos de los títulos de sus obras en sí mismos ya son significativos: Los pilares de la socie­dad, Un enemigo del pueblo, Espectros, etc. No quiere decir que su teatro no contenga elementos emocionales, sino que el punto de vista del au­tor, ante ellos, es diferente. Es necesario observar cómo estas dos co­rrientes opuestas se refieren tanto a la valoración que dan al factor emo­cional, como a la finalidad poético-filosófica de la obra. Basta recordar los casos bipolares y significativos en este aspecto de Camus-Sartre, o de Brecht -Stanisla vski.
Stanislavski nos dice en su sistema que lo más importante para un crea­dor es encender la imaginación, y, por medio de ella la emoción; mientras que para Brecht, que no apela tanto al sentimiento como a la razón de los espectadores, la circunstancia social y política donde se inserta la vida del personaje es la causa de sus respuestas emocionales, el lugar en donde se instala la ficción.
Emoción y razón son, por tanto, dos puntos de referencia en los que se asienta el deseo del autor en su posible comunicación con el espectador